¿Cuál fue el pecado de Caín?

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Si bien no se da una explicación obvia para el rechazo de la ofrenda de Caín en Génesis, hay diferencias en los detalles de las dos ofrendas que brindan algunas pistas: Primero, Abel da las primicias (primeros frutos) de su rebaño. No se menciona que Caín dio los primeros frutos de su cosecha.

En la legislación bíblica, Dios ordenó que se diera el diezmo. Pero no se debía dar ningún décimo, sino el primer décimo que se debía dar (ver Ex 23:16,19; 34:26; Lv 23:10 para nombrar solo algunos). Así Caín erró al no presentar primicias, y Dios no tuvo en cuenta su ofrenda. No debemos darle sobras a Dios.

Un segundo problema, aunque menos seguro, puede ser que Caín ofreció una ofrenda de cereal, no una ofrenda de sangre. La Escritura atestigua que era necesario derramar la sangre de los animales para la remisión del pecado. Hebreos 9:22 dice: “Según la ley, casi todo se purifica con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón”. Esto se confirma a lo largo de todo el Antiguo Testamento en el que Dios especifica el sacrificio de ciertos animales para la adoración en el Templo. Sin embargo, esta teoría no está exenta de problemas, ya que las ofrendas de cereal y otras ofrendas de la cosecha se ordenan en otros lugares y son aceptables para Dios (ver Lv 2:14 para solo un ejemplo).

Cualquiera que sea la razón completa, el Libro de Hebreos atestigua: “Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio mayor que el de Caín. Por esto fue declarado justo, dando Dios testimonio de sus dones” (11:4).

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La reacción de Caín a la respuesta de Dios va más allá para indicar una tercera área de preocupación, no por la ofrenda de Caín, sino por su disposición. Como veremos más adelante en 1 Juan 3:12, la ofrenda de Caín no solo faltaba, sino que era mala. Y esto indica no un problema meramente externo con la ofrenda de Caín, sino una disposición interna de pecado que hace que su ofrenda desagrade a Dios. Y así se puede ofrecer un sacrificio técnicamente perfecto a Dios, pero si lo ofrecemos en un pecado grave y sin arrepentimiento, Dios se disgusta y hasta podemos condenarnos a nosotros mismos (cf. 1 Cor 11, 29).

Aquí, también, el texto de Génesis insinúa el “problema del corazón” que Caín trajo al momento. La Escritura dice: “Caín estaba muy enojado y abatido [que Dios no consideró su sacrificio]. Entonces el Señor le dijo a Caín: ‘¿Por qué estás enojado? ¿Por qué estás abatido? Si actúas correctamente, serás aceptado; pero si no, el pecado acecha a la puerta; su deseo es por ti, pero tú puedes dominarlo’” (Gn 4, 5-7).

La imagen del pecado que acecha a la puerta es poderosa. Al permitir que su ira y envidia crezcan hacia su hermano, Caín se está moviendo hacia la oscuridad y el pecado. Debe aprender a dominar su ira y todas sus pasiones.

Lamentablemente, Caín cede al pecado y asesina a su hermano. Así, la Primera Carta de Juan señala lacónicamente: “Caín… era del maligno y mató a su hermano. ¿Por qué lo mató? Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas” (3:12).

Rev. Mons. Charles E. Pope es sacerdote de la Arquidiócesis de Washington, DC