A medida que la mortalidad infantil se ha vuelto menos preocupante con la atención médica moderna en muchas partes del mundo, también ha disminuido la prisa por bautizar a los bebés en las primeras semanas de vida. Sin embargo, junto a la salud física del niño está la salud espiritual, y al hablar del momento del bautismo de un infante, la Introducción al Rito del Bautismo para Niños establece que “la primera consideración es el bienestar del niño, que no ser privado del beneficio del sacramento” (n. 8).
El documento continúa señalando tres factores a considerar: primero, el bienestar espiritual del niño; segundo, la salud de la madre, para que pueda participar en el bautismo; y por último, las consideraciones pastorales, que incluirían permitir la participación de los miembros de la familia.
No obstante, los padres tienen la obligación de no retrasar indebidamente el bautismo de un recién nacido. En la misma sección mencionada anteriormente, el documento señala claramente: “Un niño debe ser bautizado dentro de las primeras semanas después del nacimiento” (No. 8.3). Esta enseñanza también se recoge en el derecho canónico: “Los padres están obligados a cuidar de que los niños sean bautizados en las primeras semanas” (Canon 867). El Catecismo de la Iglesia Católica proporciona la justificación teológica de esta obligación: “La Iglesia y los padres negarían a un niño la inestimable gracia de convertirse en hijo de Dios si no le confirieran el bautismo poco después del nacimiento” (No. 1250).
Estos textos, y la práctica constante de la Iglesia, dejan clara la expectativa de que los padres deben emplear el mismo celo con el que cuidan la salud física de su hijo recién nacido en el cuidado de la salud espiritual del bebé. La celebración del bautismo se trata principalmente de lavar el pecado original y permitir que la gracia de Dios irrumpa en el alma de un niño, que son regalos preciados que se le ofrecen a un niño tan pronto como sea posible después del nacimiento. La naturaleza social de una reunión familiar para celebrar esto es importante, ya que demuestra unidad en la fe y apoyo familiar, pero esa no es la consideración más importante.
Para algunas familias, la demora podría deberse al deseo de que la familia asista. Dada la claridad de la orientación de la Iglesia sobre este punto, sería mejor celebrar el bautismo del bebé lo antes posible y, más tarde, si la familia no puede asistir, hacer una fiesta para celebrar el renacimiento del niño en Cristo, compartiendo fotos y vídeos del evento.
Rev. Mons. William J. King es sacerdote de la Diócesis de Harrisburg.
Padre Jorge Salmonetti es un sacerdote católico dedicado a servir a la comunidad y guiar a los fieles en su camino espiritual. Nacido con una profunda devoción a la fe católica, el Padre Jorge ha pasado décadas estudiando y compartiendo las enseñanzas de la Iglesia. Con una pasión por la teología y la espiritualidad, ha inspirado a numerosos feligreses a vivir una vida de amor, compasión y servicio.