¿Qué es la concupiscencia?

Haz la primera valoración

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: “La concupiscencia proviene de la desobediencia del primer pecado. Desequilibra las facultades morales del hombre y, sin ser en sí mismo una ofensa, inclina al hombre a cometer pecados” (n. 2515). El bautismo quita el pecado original, pero no nos libera de encontrar atractivo el pecado, por lo que la concupiscencia es la parte de nuestra condición humana que responde a la atracción del pecado.

Comúnmente asociamos la concupiscencia con la tentación sexual, pero nos afecta a un nivel mucho más profundo, abriéndonos a la atracción de todo pecado. Si nos rendimos, nuestro pecado debilita los lazos que deberían unirnos a los demás miembros del Cuerpo de Cristo, y nos hace más propensos a pecar nuevamente.

Como remedio, el Catecismo nos insta a luchar por la pureza de corazón que Jesús encomienda en las bienaventuranzas (ver Mt 5, 8). Esta pureza se refiere a la caridad, la castidad y el amor a la verdad (cfr. Catecismo, n. 2518) y no sólo nos equipa para abrazar la pureza física, sino que nos permite ver el mundo “según Dios, para aceptar a los demás como ‘prójimos’” ( nº 2519). Con la práctica, este esfuerzo se convierte en un hábito virtuoso que nos permite alejarnos cada vez más de nosotros mismos, para discernir, “encontrar y… cumplir en todo la voluntad de Dios” (n. 2520).