Cuando el arcángel Gabriel saludó a María en la Anunciación, la llamó “llena eres de gracia”. Esta plenitud de gracia indica una ausencia de pecado en María. Ser “llena de gracia” significa que no hay lugar para nada más en el alma de María. Un vaso que está lleno no puede contener más agua, pero si sigues sirviendo se desbordaría.
María, para ser Madre de Dios, necesitó una sobreabundancia de su asistencia divina gratuita y gratuita para aceptar su llamado. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 490: “Para que María pudiera dar el libre asentimiento de su fe al anuncio de su vocación, fue necesario que ella fuera enteramente llevada por la gracia de Dios”.
Papa Bl. Pío IX proclamó la Inmaculada Concepción como dogma de fe en 1854: “La Santísima Virgen María fue, desde el primer momento de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios todopoderoso y en virtud de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, preservado inmune de toda mancha del pecado original.”
El Magisterio de la Iglesia proclama dogmas “en forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone, de manera definitiva, verdades que tienen una conexión necesaria con ellas” (Catecismo de la Iglesia Católica , núm. 88). Como tal, el dogma de la Inmaculada Concepción es una verdad vinculante de la fe para los católicos.
Aquí encontrarás más sobre la definición del dogma de la Inmaculada Concepción.
Padre Jorge Salmonetti es un sacerdote católico dedicado a servir a la comunidad y guiar a los fieles en su camino espiritual. Nacido con una profunda devoción a la fe católica, el Padre Jorge ha pasado décadas estudiando y compartiendo las enseñanzas de la Iglesia. Con una pasión por la teología y la espiritualidad, ha inspirado a numerosos feligreses a vivir una vida de amor, compasión y servicio.