Moradas para el Redentor

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La Enciclopedia Católica afirma que el Adviento es el tiempo en el que se exhorta a los católicos a “prepararse dignamente para celebrar el aniversario de la venida del Señor al mundo… hacer de sus almas moradas dignas del Redentor… y prepararse para Su venida final”.

La primera y la tercera de estas advertencias son familiares: prepararnos para el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo y para su segunda venida. La segunda advertencia, sin embargo, con demasiada frecuencia pasa a un segundo plano en nuestro pensamiento y práctica. Eso es desafortunado, porque en un sentido práctico, es la advertencia más importante: sin ella, no podemos lograr las otras dos.

Nuestro Señor Jesús nació de la Virgen María y fue puesto en un pesebre hace unos 2000 años. Nada de lo que hagamos o dejemos de hacer puede cambiar este hecho. Si fallamos en “prepararnos dignamente”, si nos negamos, como hizo Ebenezer Scrooge, a celebrar la Navidad en absoluto, solo nos hacemos daño a nosotros mismos.

Sin embargo, no podemos “prepararnos dignamente” por nosotros mismos, a través de nuestros propios esfuerzos, sin Su ayuda misericordiosa. Cuando dijo a sus apóstoles: “separados de mí nada podéis hacer” (Jn 15, 5), lo hizo en el contexto de una importante exhortación: “Así como el pámpano no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí” (Jn 15,4). Para que esto suceda, debemos hacer de nuestras almas “moradas apropiadas para el Redentor”.

Jesús vendrá de nuevo. O volverá en gloria para inaugurar el Juicio Final, como afirma el credo, o volverá por cada uno de nosotros en el momento de la muerte. ¡Cualquiera de estos eventos podría tener lugar esta noche! Sólo Dios sabe cuándo, y para esta venida debemos prepararnos.

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Pero, de nuevo, no podemos hacer esto por nuestra cuenta. Todos somos pecadores merecedores de juicio, y sin la ayuda de las gracias que recibimos en los sacramentos, no podemos estar seguros de que estaremos listos para enfrentarlo cuando venga. La Escritura dice claramente: “El cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que buscan gloria, honra e inmortalidad mediante la perseverancia en las buenas obras, pero ira y furor a los que desobedecen egoístamente a la verdad y obedecen a la maldad” (Rom 2). :6-8). Tener paciencia en hacer el bien es fruto del Espíritu Santo (cf. Gal 5,22), fruto que no podemos dar si no permanecemos en él.

Entonces, ¿cómo “hacemos” de nuestras “almas moradas dignas del Redentor”? Uno de los primeros pasos es el autoexamen que es una parte tan crucial de nuestra preparación para el Adviento: examen no solo de nuestra pecaminosidad, sino también para discernir si “lo que escuchaste desde el principio” continúa “permaneciendo en ti” (1 Jn. 2:24). Tantas voces del mundo, la carne y el demonio nos bombardean todos los días, principalmente para desalentarnos de aferrarnos a la plenitud de nuestra fe católica. La duda y el ridículo surgen por todos lados, y mientras nos enfrentamos a otro Adviento, nuestros propios corazones pueden “condenarnos” (ver 1 Jn 3:19) por la cantidad de Advientos anteriores que hemos dejado pasar sin la preparación adecuada.

El apóstol Juan, sin embargo, da un claro indicador de cómo podemos hacerlo: “Sabremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón delante de él en cualquier cosa que nuestro corazón rechace, porque Dios es mayor que nuestro corazón y lo sabe todo” (1 Jn 3, 19-20). La seguridad viene si, habiendo sido transformados por la gracia, somos capaces de amar, no sólo “de palabra o de palabra, sino de obra y de verdad” (1 Jn 3, 18).

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¿Cuál es la mejor manera de cumplir las tres advertencias de Adviento? Examinar nuestro amor mutuo, porque como escribió Juan: “Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, pero aborrece a su hermano, es mentiroso; porque quien no ama a un hermano a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto» (1 Jn 4, 19-20).

Marcus C. Grodi es el presentador del popular programa de EWTN “The Journey Home” y presidente de Coming Home Network International.